Los suelos sanos cumplen importantes funciones, por las cuales se considera que proporcionan servicios ecosistémicos, un concepto que fue introducido para concienciar sobre el papel que la naturaleza tiene en mantener las actividades humanas y asegurar nuestro bienestar.
Entre estas funciones, destacan la de sostén de la vida para la biodiversidad, incluyendo bacterias, plantas, hongos, y animales y también, las personas; la función de aprovisionamiento de agua, nutrientes, materiales de construcción… a través de actividades como la agricultura, ganadería, silvicultura o minería. También es de gran importancia la función de regulación del clima, los recursos hídricos, y la atenuación de la contaminación, como la producida por metales pesados (plomo, zinc, cadmio), metaloides (Arsénico), o alquitrán, con potenciales efectos sobre la salud por contacto directo o a través de los alimentos cultivados sobre suelos urbanos. No debemos tampoco olvidar que los suelos proporcionan servicios culturales, pues sirven de sostén para actividades recreativas o turísticas o forman parte de nuestro patrimonio cultural.
A pesar de estas funciones y la riqueza que representan, los suelos están sujetos una serie de procesos de degradación, que disminuyen su salud, definida como el buen estado físico, químico y biológico que les permiten realizar estas funciones Así, La Estrategia de la Unión Europea para la protección del suelo para 2030 publicada en 2021 recalcó la importancia de los suelos como un recurso que debe preservarse, y alertaba sobre el hecho de que entre el 60 y 70% de los suelos europeos no podían considerarse suelos “sanos”, como ya lo hacía la Estrategia temática para la protección del suelo de 2006, que sin embargo no fue suficiente para garantizar una protección para el suelo de forma similar a la que tienen el agua, la atmósfera o los mares y océanos.
En Kveloce hemos querido poner nuestro granito de arena en la conservación de la salud del suelo, a través del proyecto TICSOIL, financiado por la Agencia Valenciana de Innovación (Programa para la Promoción del Talento (Plan GenT 2021/2023, proyecto INNTA2/2021/9), que tenía como objetivo investigar sobre el impacto de las actividades de ciencia ciudadana relacionadas con los suelos urbanos, concretamente el grado de conocimiento y concienciación de la ciudadanía, y los potenciales cambios de conducta para la preservación de este recurso.
A través de este proyecto, hemos realizado un análisis de 13 diferentes iniciativas de ciencia ciudadana, llevadas a cabo no solamente en España, sino más allá de sus fronteras, desde la Unión Europea a Estados Unidos y Tanzania. Para cada una de las iniciativas o proyectos analizados, se ha elaborado una ficha en la que se tuvieron en cuenta criterios como la relevancia, los resultados obtenidos, los impactos generados, la sostenibilidad a largo plazo, y el potencial y limitaciones para su aplicación en otros contextos o lugares. El análisis realizado destacó el potencial de la ciencia ciudadana para generar resultados de calidad, concienciar la importancia de los suelos, y generar redes y nuevos proyectos. Sin embargo, su reproducción en otros lugares se ve a menudo limitada por la necesidad de dispositivos, perfiles o calificación profesional específicos y la falta de guías o materiales accesibles.
En relación a la accesibilidad, se debe remarcar también el uso de plataformas TIC, al tratarse de herramientas utilizadas en muchas iniciativas de ciencia ciudadana por su capacidad de recoger y almacenar datos desde un gran número de dispositivos y localizaciones de forma simultánea. La mayor parte de las plataformas analizadas eran de acceso libre, permitiendo a cualquier persona con conocimientos básicos comenzar un proyecto de forma sencilla, e incluyendo herramientas para comunicación con las personas participantes o incluso para reconocer y recompensar las contribuciones. Sin embargo, la exploración de diversas plataformas existentes para ciencia ciudadana nos ha mostrado que las TIC pueden representar también una barrera para la implementación del propio proyecto por los costes relacionados con el desarrollo de una plataforma específica para los datos que queramos recoger, como el mantenimiento del hosting, o la necesaria revisión para resolver problemas, relacionados con la usabilidad y para las personas participantes por la brecha digital existente en algunos colectivos.
Los resultados obtenidos en el proyecto TICSOIL nos han permitido concluir que, a pesar de que en los últimos años han surgido muchas iniciativas de ciencia ciudadana, algunas de ellas financiadas a través de la Comisión Europea dentro del Clúster 6, las acciones de “Widera” (Widening participation and spreading excellence), todavía son pocas las que se dedican al estudio de los suelos, y especialmente los suelos urbanos. Sin embargo, el panorama está cambiando, y la “Misión: Un pacto del suelo para Europa” reconoce el importante papel de la ciudadanía a la hora proteger los suelos, la necesidad de generar una cultura y una concienciación sobre su valor y su importancia para mejorar su salud, de recompensar las buenas prácticas y de fortalecer la participación, a través del establecimiento de laboratorios vivos como y faros como escenarios de demostración y co.-creación incluyendo prácticas de ciencia ciudadana para generar datos científicos.
Las convocatorias de la Misión cerraron en septiembre de 2023 y deberemos esperar al siguiente programa de trabajo (2025-2026) para que se abran nuevas oportunidades de financiación, pero entre tanto seguiremos trabajando para aplicar los conocimientos adquiridos en TICSOIL, y para promover acciones que fomenten la salud de nuestros suelos.